29 de abril de 2024

El sótano. Begoña Huertas.

A veces uno no sabe qué quiere. Por suerte, es mucho más fácil saber lo que no se quiere y entonces se avanza, inevitablemente, aunque sea a ciegas. No ir por ciertos caminos te lleva sin darte cuenta a crear uno propio. En otras ocasiones ni siquiera eso se sabe. Yo no llegué a ese lugar después de duras negociaciones conmigo misma ni tampoco impelida por un deseo irrefrenable. No lo hice para lograr ningún fin determinado.

La protagonista, enferma, en una clínica de lujo rodeada de un ambiente que no es el suyo pero desde el que recuerda. Al principio tengo que decir que tuve mis reticencias con la manera en que describía, pero el siguiente plano reflexivo me atrapó. En la ensalada Huertas tenemos enfermedad, muerte, el cuerpo, el conformismo, la libertad y detrás de todo una cicatriz. Me ha caído bien la protagonista, su conformismo, sus dudas, su parálisis corpórea pero activa mentalmente, que de alguna manera hace de albacea de Begoña ya que es una novela póstuma. No pasa gran cosa, pero pasa de todo, acompañado al final de la novela que no escribió en forma de enigmáticos collages. Encontrar en la estantería de Novela Filosófica.

Con el tiempo he llegado a la conclusión de que dos cosas merecen la pena en este mundo: el impulso creativo y el amor, si es que no son la misma. Modelar, inventar, llevar a cabo un plan, esa intencionalidad de crear. Ambas requieren una fuerza que no procede de la voluntad, una fuerza que no se construye con empeño intelectual porque es algo material, que sale del cuerpo, que se produce en el cuerpo. Será el aire oxigenando las células, los fotones atravesando la piel, el empuje de los músculos, yo qué sé.

'El sótano', Begoña Huertas. 160 páginas. Anagrama, 2023.

Señales que precederán al fin del mundo. Yuri Herrera.

Más allá de la simbología que pueda tener esta obra fuera de su aparente simplicidad en el argumento, su manera de escribir, extra palabros y jerga, me ha recordado algo a McCarthy. Makina es una chica que busca a su hermano y entretanto, en estos nueve capítulos, como niveles, van pasando cosas. YH escribe poesía, y aunque el significado de muchas palabras se me escapa y no puedes parar a buscarlo, te llega un no sé qué espartano, duro y profundo sobre la inmigración y un submundo de crudeza. Toda una experiencia donde la forma lo es todo, porque ¿no es esta historia una y otra vez? Sin la forma ¿qué nos queda?


Nosotros los oscuros, los chaparros, los grasientos, los mustios, los obesos, los anémicos. Nosotros, los bárbaros.

'Señales que precederán al fin del mundo', Yuri Herrera. 128 páginas. Periférica, 2010.

Relatos. Deborah Eisenberg

Que no hayan traducido, hasta ahora, a Deborah Eisenberg ni sus cuentos es uno de esos fenómenos inexplicables con la fiebre de publicación de trillones de títulos redundantes y olvidables. Las historias de Deborah Eisenberg, [notar que es una The Very Best Of Vol.1 de Chai](que hace gala del tiempo que se toma para escribirlas, tal vez una al año, desde que empezó a escribir, cuando dejó de fumar cuando descubrió que su no-marido tenía asma) no tienen clímax, van de un lado para otro empezando desde la mitad de algo, te falta esa sensación redondeada que buscan los cuentos clásicos o de taller literario y tienen una extraña capacidad para hacer tangible lo intangible, para visibilizar como si fuera el humo que hace visible un rayo láser. Todo lo que contienen aún así es paradójicamente invisible, detrás del ruido de lo que dicen sus personajes hay una complejidad que te muestra a través de esas pistas de lo intangible. Las he disfrutado un montón, con titulazos: 'Transacciones en una moneda extranjera', 'Bajo la 82da división aerotransportada', 'La chica que dejó un calcetín tirado en el suelo', 'Otro Otto, un Otto mejor'. Por suerte aún queda otro volumen, 'La venganza de los dinosaurios'.

Caitlin tal vez dispuso de demasiado tiempo para ver el truco: esa especie de ilusión óptica que, en total, había tardado veinte años en completarse.

'Relatos', Deborah Eisenberg. Trad. Federico Falco. 236 páginas. Chai Editora, 2022.

21 de abril de 2024

Les chambres rouges. Pascal Plante. 2023.

 





La he visto en dos partes. La primera con el poke de salmón de Mercadona. El pequeño ha decidido terminar su siesta y aunque he intentado dormirlo sin éxito, he decidido seguir de noche. Ahora mientras duerme ha terminado la película. Todo apagado excepto la pantalla del móvil (la ve visto en la tele).  No me puedo mover del sofá. Uff. Cena ramen de sobre con un poco de acelgas flotando. Vaya tela. Sí es hermana de Demonlover. Voy a leer reseñas y reseñas de esta peli. Shock.

17 de abril de 2024

No llegamos a final de mes

Ahí va delante de mí
abriendo pestañas.
Se asoma a los libros que no puedo comprar.
A veces es una coca-cola redbull
o una hamburguesa de
ahora, uno treinta.
Es dejar de estar al sol,
entrar en un sitio y sacar la tarjeta
para quitar ese sabor que tiene tu boca.
Luego aún sobra y lo tiras
a la papelera cercana
que aguanta estoica y agradecida.
El libro se queda sin leer
hasta un cambio de dueño
y andas empachado
con un bocado de nada.

15 de abril de 2024

8 de abril de 2024

Lumbago + Ciática

Tienes un ataque de lumbago + ciática. Repta. Apóyate en las rodillas. Date tiempo para avanzar.

Toma algo dulce para el mareo.

Ve a urgencias, que te pinchen algo. Diazepam. Enantium. Urbason.

Si entras haciendo el cangrejo (no podrías entrar de otra manera) te darán una silla de ruedas.

Las placas de la espalda las puedes hacer de pie.

No te vayas sin recetas. Robaxisal. Yurelax. Enantium. Ibuprofeno. Diazepam. Nolotil. Corticoides.

Ten paciencia. Ponte calor 3 veces al día pero no más de 20 minutos.

Duerme boca arriba con un cojín bajo las rodillas-pantorillas o en posición fetal. 

Intenta estirar, hacer ejercicios mientras esperas a tu fisio, osteópata que te coloque en el sitio.

Pasea con orgullo tu condición de reptil. Lleva gafas polarizadas. Súmate 50 años.

Escucha techno mientras avanzas con lentitud. Nota el sol en la cara.