Recientemente he realizado un pequeño estudio, dentro de la maravillosa obra de “Crimen y Castigo”. El hecho de que Dostoievsky exprimiera la psicología del protagonista, ha producido la fascinación que siento por Raskólnikov.
En primer lugar, los asesinatos propiamente dichos en la historia son
diferentes, al de la novela, pero muy parecidos entre sí: en general
todos favorecen a unas “necesidades” de los hombres: dinero, poder,
fama, falsedad, envidia, odio, venganza, etc. Sin embargo el motivo de Raskólnikov
no tiene nada de sencillo, podríamos estar hablando de una revolución,
no es un mero acto por una razón primera, sino todo un profundo
razonamiento aliñado con cierta locura y trastornos psicológicos… Viendo
la complejidad del asunto, y tras haber disfrutado con su lectura, al
mismo tiempo decidí excavar en “el asunto”, hasta tocar el lienzo,
bañado por la pintura de la obra rusa, y al mismo tiempo universal.
Cuando uno emprende un camino, habitualmente es menester tener unos
motivos (descontando el caso de elección del camino por puro capricho o
azar). Al principio, especialmente en los revolucionarios, existe una
teoría, aparentemente descabellada. Los grandes arriesgan su cordura por
las grandes ideas.
Raskólnikov es un estudiante, inteligente, que aprende y contribuye a
la apreciación universal, da clases a otros estudiantes, hace
traducciones… en resumen piensa.
Las teorías siempre fueron algo muy útil, aunque solo sean para
perder el tiempo, en efecto hacen pensar y dan personalidad a las manos
que las escriben. “Acerca del delito” fue un artículo publicado en la “revista periódica”, la visión exterior del artículo deja ver una detallada descripción del estado psicológico del delincuente a lo largo de toda la comisión del delito, además de que siempre lleva emparejado una enfermedad. Sin embargo poco antes de concluir el texto aparece una idea.
Muchas
personas han dividido el mundo en dos, diciendo algo así como: “en el
mundo hay dos tipos de personas: las que están ahí, y las que quieren
aparentar estar ahí” este sería un ejemplo. En el caso de Raskólnikov
las divide en ordinarias, y extraordinarias, de las cuales las primeras deben vivir la obediencia y no tienen derecho a transgredir la ley, pues son ordinarias. En cambio las extraordinarias tienen derecho
propio de saltar ciertos obstáculos (todo género de delitos y
transgresiones de la ley) y aún eso tan solo en el caso de que así lo
exige la realización de una idea suya en ocasiones salvadora de toda la
humanidad. Es decir: tienen derecho en el caso de que su misión, o
su aportación a la humanidad sea superior a estos medios, a cometer
cualquier crimen para alcanzar el fin buscado. Una persona inteligente
etiquetaría el caso del tipo “el fin justifica los medios”, pero no creo
que la complejidad de el asunto nos remita realmente a esta famosa afirmación, por conclusión: “el fin no justifica los medios”.
Realmente existen personas, que su aportación es tal, que constituye un gran bien, y que en base a ese gran logro u aportación, se le olvidan sus faltas
y oscuridades, por el bien realizado. Esto puede dar lugar a error,
puede pensarse que cualquier artista, o personaje revolucionario puede
permitirse el lujo de actuar por encima de la moral. Lo primero es que
este aspecto se reduce solo a los más grandes, y con ello no me refiero a
los más aclamados por un tiempo, sino a los universales, a los que han
contribuido al desarrollo y elevación del hombre. Por otro lado una
posición respecto a este aspecto es que una persona que compone la 9ª
sinfonía, tal es la belleza de la obra, y tal el bien (equiparable a la belleza),
que no puede ser malvada, es decir que sus faltas no serán de una
“excesiva” gravedad, quizás solo su locura, o su estado irascible… el
hombre y su naturaleza. Por tanto pienso que una gran aportación va
acompañada de una gran humanidad, y bien, y belleza y no del crimen.
Aunque esto no quiere decir que desprecie esas aportaciones del momento,
de los no tan grandes pero que merecen respeto e incluso
reconocimiento, no nos importan las altas montañas nevadas únicamente,
sino también las verdes colinas panzudas y floridas.
A pesar de todo estas palabras son solo apreciaciones mías,
Raskólnikov tiene un pensamiento un tanto más crudo. Antes de continuar
debo puntualizar que estas sentencias, estás extraídas en su mayoría de
una conversación entre: Raskólnikov, Razumijin, y Porfiri. Puesto que nuestro protagonista califica de un modo impreciso al ciudadano _extraordinario,_el talento de decir algo nuevo en su medio, entendemos que no desarrolló su teoría completamente antes de su famoso asesinato de la vieja usurera y de Aliona Ivanóvna.
Todos los rectores de la humanidad, todos sin excepción fueron
delincuentes, aunque solo sea por el hecho de que, al promulgar una ley
nueva, violaran la antigua venerada por la sociedad y legada por los
padres, […] lo notable es que la mayor parte de estos bienhechores son
los que más sangre han hecho correr. Los que son capaces de decir algo
medianamente nuevo, han de ser delincuentes por naturaleza. De todos modos la
masa casi nunca reconoce ese derecho, (de asesinar y cometer crímenes) y
por eso los ejecuta y los ahorca. […] Los ordinarios: señores del
presente. Los extraordinarios: son los señores del futuro.
En ocasiones algunos de la clase ordinaria se confunden y creen tener el derecho de eliminar todos los obstáculos. Esto ocurre con frecuencia y por tanto aparecen atrocidades sin sentido “justo” que no debieron cometerse. Aún así son muy pocos los que nacen con un atisbo de aptitud para decir algo nuevo. Estos son individuos con un ápice de espíritu de independencia.
Razumijin concreta de otro modo el pensamiento de Raskólnikov: admites la efusión de sangre dictada por la conciencia.
Y dentro de la conciencia reluce otra cuestión, y es que por el hecho
de la grandeza de su misión no desaparecerá la culpa sobre su
conciencia: al que la tenga, le tocará padecer al reconocer su error. Ese será su castigo, además de los trabajos forzados.
Aquí puede verse reflejado el porqué del título del libro, pues cada
crimen independientemente de su trascendencia conlleva un castigo. El sufrimiento y el dolor son siempre obligatorios para una mente amplia y un corazón profundo. Hablaremos más sobre este tema.
Conforme al estado de Raskólnikov no sabemos si se consideraba con seguridad un ser extraordinario pero añade yo no me tengo por un Mahoma o un Napoleón.
En esta primera parte del artículo hemos considerado la teoría
reflejada en el artículo de Raskólnikov: el poder de las personas extraordinarias
(que dan a conocer al mundo aspectos nuevos para su desarrollo, o
aportaciones), es el derecho a delinquir si su misión se lo exige por el
bien de todos. Cabe detallar que en mi opinión no creo que se
deba considerar a tanta gente, sino como he nombrado antes “solo a los
más grandes”, y además no solo en cuanto a cuestiones políticas (Napoleón) o científicas (Newton, Kepler) sino también en el arte o las humanidades, dos grandes aportaciones.