29 de abril de 2024

El sótano. Begoña Huertas.

A veces uno no sabe qué quiere. Por suerte, es mucho más fácil saber lo que no se quiere y entonces se avanza, inevitablemente, aunque sea a ciegas. No ir por ciertos caminos te lleva sin darte cuenta a crear uno propio. En otras ocasiones ni siquiera eso se sabe. Yo no llegué a ese lugar después de duras negociaciones conmigo misma ni tampoco impelida por un deseo irrefrenable. No lo hice para lograr ningún fin determinado.

La protagonista, enferma, en una clínica de lujo rodeada de un ambiente que no es el suyo pero desde el que recuerda. Al principio tengo que decir que tuve mis reticencias con la manera en que describía, pero el siguiente plano reflexivo me atrapó. En la ensalada Huertas tenemos enfermedad, muerte, el cuerpo, el conformismo, la libertad y detrás de todo una cicatriz. Me ha caído bien la protagonista, su conformismo, sus dudas, su parálisis corpórea pero activa mentalmente, que de alguna manera hace de albacea de Begoña ya que es una novela póstuma. No pasa gran cosa, pero pasa de todo, acompañado al final de la novela que no escribió en forma de enigmáticos collages. Encontrar en la estantería de Novela Filosófica.

Con el tiempo he llegado a la conclusión de que dos cosas merecen la pena en este mundo: el impulso creativo y el amor, si es que no son la misma. Modelar, inventar, llevar a cabo un plan, esa intencionalidad de crear. Ambas requieren una fuerza que no procede de la voluntad, una fuerza que no se construye con empeño intelectual porque es algo material, que sale del cuerpo, que se produce en el cuerpo. Será el aire oxigenando las células, los fotones atravesando la piel, el empuje de los músculos, yo qué sé.

'El sótano', Begoña Huertas. 160 páginas. Anagrama, 2023.