Tal vez uno de los secretos de la vida adulta sea controlar el deseo. No lanzarse sobre todo lo que podríamos. Aguantar, conservar esa energía. Una vez pasada la tentación --olvidemos el pecado, por favor--, toda esa fuerza puede ser llevada al presente, aquí y ahora. Bucear en toda su intensidad. No sé qué estoy diciendo exactamente. La frugalidad tiene su sentido. El comedimiento, su peso.
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