1 de mayo de 2023

Bonsai

Le regala a su pareja un pequeño bonsai. Incluye las herramientas para remover la tierra, unas tijeritas y una guía de cuidado. Cada vez que quedan, cuando entra en casa, él deja a un lado la cuestión de la que están hablando y se acerca a la mesa baja, donde reposa el bonsai y lo revisa. Aterriza un dedo en la tierra y mide su humedad:
—¿Lo has regado? —dice.
O también:
—Tiene demasiada agua.
Un día, después de una discusión, al llegar a casa, ella se adelanta y dice:
—A ver, el bonsai se ha secado, pero está vivo.
Él la mira si poder creérselo, y no se atreve a acercarse a la mesa baja. Casi la mira de refilón y no dice nada. Ella sabe que está dolido pero ya está, no es el fin del mundo, no se acaba la relación. 
 
[...] [Pausa dramática]
 
Pero el bonsai está muerto, tan muerto que decide pegar un par de hojas de todas las que le arrancó antes de secarlo e ir reviviendo el pequeño bonsai con absoluto control y sin restos de pegamento.