El sábado estuvimos en un bautizo, el bautizo de Jimena. Pasamos un buen día. Primero acudí solo al bautizo, me habían pedido que hiciera fotos. Luego fui a recoger a mi mujer al trabajo y fuimos a tomar unas copas. El padre de Jimena estaba muy orgulloso. La estrechaba entre sus brazos y le susurraba breves onomatopeyas para dormir a la niña. Luego contaba que cuando ya estaba dormida y por fin llegaban a casa después de un día largo, Jimena sabía detectar cuándo cruzaban el umbral de la puerta y lo sabía porque empezaba a chillar. Justo cuando entraban al garaje o abrían el portón blindado. El padre de Jimena imitaba el pequeño chillido de una tortuga aunque sabíamos que se refería a su hija. Todos nos reíamos y pasábamos un buen rato, excepto Jimena que dormía antes de llegar a casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escribe tu comentario