29 de agosto de 2022

Retiro nocturno

Por la noche baja las escaleras despacio, comprobando que la bolsa no gotea, y saca la basura a la calle. Hay tres contenedores, abre el de en medio y echa la bolsa. La tapa del contenedor hace el sonido explosivo de impacto y ella se da la vuelta percibiendo el olor nauseabundo de la basura. Imaginando tal vez en la gran nube compleja de deshechos humanos algún resto de espermicida, cerveza y confusión. Mira a su alrededor. Un coche cruza la calle y poco después aprecia el sonido del canto de los grillos. Algunas estrellas, estrellas de clase media, iluminan el cielo como un producto con malas reseñas en Amazon. Si escucha con más atención oye el tráfico de la carretera comarcal y aún más lejos, cuando no pasan coches, el ladrido de un perro.

Mira de vuelta hacia la ventana de su apartamento. Ha dejado una luz encendida. Mete la mano en el bolsillo y saca un paquete de tabaco, enciende un cigarrillo y echa a andar hacia ningún sitio en particular. Arrastra las pantunflas y aprieta el cíngulo de su batín. Hace fresco pero está bien tapada. El aire libera cierto perfume de intimidad en su piel descubierta. Sus mejillas arreboladas van bajando el tono y, carraspeando, se aclara la garganta. Al girar la esquina encuentra un gato sentado en mitad de la acera. Se para y lo mira. Echa el humo del cigarro que es suavemente envuelto en la noche. Vuelve sobre sus pasos y sigue recto.

Su espalda se va destensando y su paso se torna algo más bailable, solo discernible por alguien que la observase de perfil, pero después se vuelve vago y lento de nuevo. La ropa interior limpia no evita su sensación de angustia pero le hace sentir absurdamente cómoda en su cuerpo, como una pegatina en un cristal nuevo. Sus pies empiezan a pisar una línea recta, uno delante del otro. Y así siente que está al borde de un precipicio invisible. Al volver a dar la vuelta a la manzana se encuentra otra vez en el punto de partida. Pero algo ocurre. No necesita llevarse la mano al bolsillo del batín para comprobarlo, algo falta: la llave.